Agujeros negros más antiguos que el Universo: posibles restos de un Universo anterior
Un estudio publicado por la revista científica New Scientist, sugiere la posibilidad de que existan agujeros negros más antiguos que el propio Universo, y por lo tanto anteriores al Big Bang, por lo que son varios los astrofísicos que ya comenzaron a buscarlos.
Una idea no tan descabellada
Aunque la idea de que un agujero negro pueda ser más antiguo que el propio Universo parece contradictoria, el hallazgo de algún ejemplar obligaría a reescribir la cosmología, porque sería la prueba definitiva de que el Universo existente no ha sido el único, sino el producto de un Universo anterior y de un posible Big Crunch.
Bernard Carr, científico de la Universidad Queen Mary de Londres, no sólo cree que este tipo de agujero negro efectivamente existe y que se originó en un Universo anterior al que actualmente existe, sino que está convencido de que es posible hallar alguno en algún sitio del cosmos.
Lo que no se ve
La primera idea sobre agujeros negros primordiales fue propuesta por Stephen Hawking, en 1971, y desde entonces son varios los científicos que creen que también podrían existir agujeros negros anteriores, vestigios de un Universo anterior, uno que colapsó en un Big Crunch, y luego renació con el Big Bang, hace unos 13.700 millones de años.
Los científicos especulan con que los agujeros negros primordiales (formados en los primeros instantes de este Universo) podrían ser un tipo de materia oscura denominada MACHO (Massive Compact Halo Objects), puesto que se encontrarían en halos, o en la periferia, de las galaxias, y que podrían generar señales de ondas gravitacionales observables por el instrumento de Colaboración LIGO/Virgo (LVC).
A la caza de lo invisible
Uno de los métodos que podría permitir el hallazgo de un agujero negro anterior al Universo, está dado por las ondulaciones en el espacio-tiempo que se generan cuando colisionan dos objetos masivos.
En 2015, un equipo científico detectó estas ondas gravitacionales por primera vez, mediante el Observatorio de Ondas Gravitacionales del Interferómetro Láser (LIGO) en Estados Unidos, momento a partir del cual LIGO y otros observatorios alrededor del mundo comenzaron a realizar muchas más detecciones.