Logran resolver el origen de las estatuas gigantes de la Isla de Pascua
Después de varias especulaciones sobre el propósito de la construcción de los gigantescos monolitos, un equipo arqueológico halló la respuesta definitiva.
Fin de un misterio ancestral
Científicos de una universidad de Nueva York han señalado el origen de los moái en la Isla de Pascua. Este remoto territorio, que actualmente depende de Chile, fue alcanzado hace 600 años por los polinesios, quienes se establecieron allí y agotaron su recurso más valioso: la madera. Esto provocó la desertificación del suelo y dificultó el desarrollo de la biodiversidad, generando un grave problema ambiental. La situación empeoró debido a divisiones políticas y sociales.
Sin embargo, los Rapa Nui, como fueron denominados por los europeos, dejaron una marca perdurable en la isla: miles de esculturas de piedra de seres humanos con cuerpos pequeños y cabezas enormes. Estas estatuas, conocidas como moái, han sobrevivido a las inclemencias del tiempo y se han convertido en un símbolo de identidad local.
Investigadores de la Universidad de Binghamton en Nueva York viajaron a la isla para estudiar aspectos que habían sido pasados por alto en análisis previos. Según un artículo publicado en el sitio oficial de la universidad, se especuló que estas estatuas se erigieron con fines religiosos o para adorar a los jefes de la tribu.
Desconcierto arqueológico
Sin embargo, los investigadores sugieren que su construcción podría estar relacionada con la falta de agua potable, que dependía de los acuíferos. A medida que la población crecía, aumentaba la demanda de agua, lo que obligó a los polinesios a extraer piedras en busca de este recurso vital.
El agua de lluvia se acumula en depósitos subterráneos en el terreno volcánico poroso de la isla. Durante la marea baja, pequeños cursos de agua se forman cerca de la playa, lo que los nativos aprovecharon. Los colonos neerlandeses que llegaron a la isla por primera vez pensaron que los indígenas bebían agua salada al ver estos cursos de agua.
Carl Lipo, antropólogo de la Universidad de Binghamton, explicó: “Los suelos volcánicos porosos absorben rápidamente la lluvia, lo que resulta en una falta de arroyos y ríos. Afortunadamente, el agua subterránea fluye cuesta abajo y finalmente sale del suelo en el punto donde la roca porosa se encuentra con el océano”.
Lipo también describió por qué los moái se ubicaron a lo largo de la costa: “Ahora que sabemos más sobre la ubicación del agua dulce, la ubicación de estos monumentos y otras características tiene mucho sentido (...) Están ubicados donde hay disponibilidad inmediata de agua dulce”. Esto sugiere que los moái podrían haber sido erigidos como un agradecimiento o una petición de agua potable.