La tablilla babilónica de 3 mil años que narra una historia similar a la de un relato bíblico
En la tablilla se narra la historia de Utnapishtim, similar a la de Noé, que construyó un arca para sobrevivir a un cataclismo.
Imago Mundi, el mapa más antiguo y sus misterios
Oculto bajo las arenas de Mesopotamia, un fragmento de historia resurgió en 1882 con el descubrimiento de la Imago Mundi, una pequeña tablilla de arcilla de 12 cm de largo que contiene el mapa más antiguo del mundo. Este artefacto, creado hace entre 2.600 y 2.900 años, no solo revela una representación geográfica de la antigua Babilonia, sino también un vínculo fascinante con los mitos que han perdurado a lo largo del tiempo.
El mapa circular muestra a Babilonia como el centro del mundo, rodeada por el río Éufrates y delimitada por un "río amargo", el borde del universo conocido. Más allá de esta frontera, el mapa se adentra en lo desconocido, donde criaturas míticas y tierras imaginarias habitan los márgenes, demostrando que los babilonios no solo describían su mundo físico, sino también su imaginario.
El mito del arca y su vínculo con la Imago Mundi
Entre los elementos más sorprendentes de la Imago Mundi se encuentra una historia antigua que refleja similitudes con el relato bíblico del diluvio de Noé. La tablilla menciona a Utnapishtim, el héroe babilónico que, al igual que Noé, construyó un arca para salvarse de un cataclismo. Según esta antigua tradición, el arca de Utnapishtim encalló en una montaña más allá del "río amargo", un detalle que conecta los mitos mesopotámico y bíblico.
Este paralelismo sugiere una influencia cultural entre las civilizaciones mesopotámica y las posteriores tradiciones religiosas judías y cristianas. Irving Finkel, experto en cuneiforme, destaca cómo estas narrativas evolucionaron y se entrelazaron a lo largo del tiempo, subrayando la transmisión de mitos entre diferentes culturas.
Cosmología divina y simbólica
La Imago Mundi no solo ofrece una descripción geográfica, sino también una visión cosmológica. Los babilonios se veían a sí mismos como el centro del universo, con Babilonia en el núcleo de todo. Más allá de los territorios conocidos, creían en la existencia de regiones remotas, los nagu, habitadas por criaturas extraordinarias como el hombre escorpión y el pájaro con cabeza de león, representando lo desconocido.
Además, el mapa incluye un relato sobre la creación del mundo por Marduk, el dios supremo del panteón babilónico. Este fragmento refuerza la idea de que la tierra era tanto un espacio físico como uno cargado de significado divino. La Imago Mundi, hoy expuesta en el Museo Británico, sigue siendo un testimonio valioso de cómo las civilizaciones antiguas intentaban entender y representar su mundo, tanto real como imaginado.