Habrían resuelto uno de los grandes enigmas de la Isla de Pascua

Entre los varios misterios que la ciencia ha tratado de explicar en torno a la Isla de Pascua, existe uno de larga data: establecer de qué modo lograron sus antiguos habitantes abastecerse de agua dulce durante siglos.

La clave de las esculturas Moai 

Cuando los primeros colonos europeos llegaron a la isla, a partir del siglo XVIII, creyeron que los nativos de la Isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui, eran capaces de ingerir el agua marina sin resultar dañados.

Por supuesto, esto nunca fue posible, ya que el cuerpo humano, dado el alto nivel de sal en el agua de mar, es incapaz de tolerarla y terminaría deshidratado, después de un largo período de ingesta, hasta morir.

Con el correr del tiempo, los científicos descubrirían una clave para resolver el misterio, dada por las estatuas Moai, que funcionaron como “filtraciones costeras” de agua dulce, algo que también fue posible con la construcción de trincheras o embalses costeros.

Un hallazgo que confirma la teoría

Ahora, un equipo de expertos que llegó a la misma conclusión, ahondó en detalles sobre el funcionamiento de los Moai, es decir, los cientos de monolitos que son además la principal atracción turística de la isla.

Con el uso de drones, el estudio logró comprender de mejor manera cómo los habitantes originarios de la isla, actual territorio de Chile, aprovecharon el agua para hidratarse y subsistir a través del tiempo.

Según detallaron los investigadores, cuando en la isla se registran precipitaciones, el agua corre hacia los niveles inferiores y emerge desde el suelo a través de las rocas que se encuentran en contacto con el océano.

Así, ambas aguas se mezclan y crean un líquido que contiene niveles salinos lo suficientemente bajos como para resultar apta al consumo humano.

“El agua de lluvia en la Isla de Pascua se hunde directamente a través del lecho rocoso poroso en un acuífero subterráneo; un cuerpo de roca porosa o sedimento donde se concentra el agua. Estos luego emergen a lo largo de la costa como algo conocido como ‘filtraciones costeras’, es decir, bolsas de agua dulce que se filtran al océano”, detalló Robert DiNapoli, investigador de la Universidad de Binghamton.