Teoría del Gran Filtro: estamos condenados a la extinción
A la luz del reciente hallazgo científico del exoplaneta Kepler-186f, potencialmente habitable para los humanos, la terrible teoría denominada Gran Filtro que postula nuestra inexorable extinción a corto plazo ha cobrado renovada vitalidad.
Se trata de una teoría propuesta en 1996 por el profesor Robin Hanson al intentar resolver la paradoja planteada por Fermi, que se pregunta por qué aún no hemos sido capaces de descubrir una civilización interestelar tecnológicamente avanzada, a pesar de la existencia en nuestra galaxia de miles de millones de sistemas solares potencialmente adecuados para la evolución de la vida.
El físico Enrico Fermi señaló que parece realmente llamativo el hecho de que no haya sido detectada ni siquiera una simple seña extraterrestre, o las repercusiones de un gran proyecto de ingeniería, sin mencionar a una sola civilización interestelar que haya colonizado o, por lo menos, visitado nuestro planeta.
Dentro del mundo académico han existido hasta el momento dos alternativas para dar solución a la paradoja: o bien la inteligencia necesaria para lograr la capacidad de crear tecnología avanzada es muy rara en el universo, o bien la vida inteligente tiende a extinguirse. Esta última hipótesis es sostenida por Hanson y constituye la teoría del Gran Filtro, según la cual debe existir una barrera natural que impide el crecimiento suficiente de las civilizaciones inteligentes capaces de colonizar el espacio. Este mismo filtro podría estar determinado, entre otras cosas, por una catástrofe industrial, como las guerras nucleares, o el agotamiento de los recursos naturales de un planeta.
Desde la perspectiva planteada por la paradoja de Fermi y sus posibles soluciones, cada hallazgo de un nuevo exoplaneta potencialmente habitable, como es el caso de Kepler-186f, socava la idea de que la Tierra es el único planeta propicio para la vida y, a su vez, sustenta la horrible teoría del Gran Filtro