Los engaños del cerebro
Nuestra relación con el mundo en que vivimos depende íntegramente de lo que nuestros sentidos (apenas cinco) pueden captar, y del modo en que el cerebro, la central de operaciones de nuestra existencia, codifica esta información. Ahora bien, ¿tenemos manera de engañar a nuestro cerebro (es decir que nuestro cerebro se engañe a sí mismo), para percibir otras cosas, de otra manera? En efecto, existe la manera, y el cerebro vive haciendo esta clase de maniobras. Estas son algunas de las más sorprendentes:
-Ceguera al cambio: es la incapacidad del cerebro para registrar variaciones visuales a nuestro alrededor, de modo tal de poder focalizar la atención visual en un solo punto. De esta manera el cerebro, al sustraernos de la infinidad de detalles que nos rodean, nos evita caer en la locura.
-Falsos recuerdos: nuestra mente tiene una gran capacidad para “implantar recuerdos”, rellenando los agujeros derivados la actividad imperfecta de la memoria, de manera automática, con elementos inventados inconscientemente. Este fenómeno constante se combina con el de la “criptomnesia”, que no permite diferenciar los hechos sucedidos en nuestra realidad y otros hechos ficticios, figurados en nuestra mente a través de sueños o lecturas.
- Borrachera de sueño: la falta o el exceso de horas de descanso puede tener en el cerebro un efecto similar al de la embriaguez por consumo de bebidas alcohólicas. Las imágenes o sensaciones propias de un estadio intermedio entre el sueño y la vigilia pueden generan en el cerebro un estado de confusión y extrañeza.
-Privación sensorial: es un fenómeno temporal por el cual el cerebro no recibe información de los sentidos; esta falta de información se suple con la creación de una realidad ficticia. Se ha demostrado que si las personas son privadas exageradamente de estímulos sensoriales, estos son reemplazados por alucinaciones. Cuando esta privación se da de manera sostenida puede conducir a patologías como ansiedad extrema o depresión.
-Propiocepción: es la facultad del cerebro de percibir toda la información acerca de cada parte del cuerpo, incluso la de los movimientos automáticos y mecánicos. Esta capacidad puede tener baches: si el cerebro es engañado, como al sentir como propia una mano artificial, por ejemplo, esto tiene efectos en el cuerpo, ya que la parte reemplazada por la ilusión (en este caso la mano real) presenta síntomas como pérdida de temperatura por falta de flujo sanguíneo adecuado.