Doble vida: los escritores espías
Muchos reconocidos autores del siglo XX han logrado que su profesión les dejara tiempo para dedicarse a otra actividad, tanto o más apasionante que la literatura, y tal vez complementaria: el espionaje.
¿Es el perfil del escritor, indescifrable, inventor de enigmas, el perfecto para ocultar a un espía? El ejemplo paradigmático es el del escritor y periodista británico Ian Fleming.Así como su popular personaje, el agente James Bond, este autor estuvo estrechamente relacionado con los servicios secretos británicos. Más precisamente, fue contratado por John Godfrey, un importante miembro del departamento de inteligencia naval, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Por aquella época, Graham Greene, autor de “Nuestro hombre en La Habana” y “El poder y la gloria”, también tuvo su experiencia como agente del MI6. Una experiencia, a juzgar por sus palabras, bastante satisfactoria (se refería al servicio de inteligencia como “la mejor agencia de viajes del mundo”).
Otro escritor-espía fue Somerset Maugham, uno de los autores más populares y mejor pagados de su momento. Mientras trabajaba para el servicio secreto, llegó a reunirse con el primer ministro ruso Aleksandr Kerenski, simulando ser un corresponsal norteamericano. Maugham fue exhortado a deshacerse de muchos de sus manuscritos a causa de los detalles y la precisión presentes en sus historias de espionaje.
Finalmente, nos encontramos con Frederick Forsyth: este escritor de 76 años de edad está generando una gran expectativa en torno al lanzamiento de su autobiografía, en la que, se espera, confesará abiertamente su calidad de ex agente del MI6. El motivo de la singular coincidencia de profesiones permanece, hasta hoy, como un misterio, aunque sigue proveyendo una importante cantidad de buenas historias.
FUENTE:ABC
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