Cuatro misterios sin solución en torno a los más enigmáticos mensajes cifrados
Probablemente, pocos misterios resulten tan intrigantes como los que se vinculan a mensajes cifrados, códices y acertijos. Hoy te presentamos cuatro de los más emblemáticos misterios en torno a enigmáticas inscripciones codificadas, jamás resueltas.
-Kryptos
Apostada en proximidades del edificio que funciona como sede de la CIA, en los Estados Unidos, se haya una escultura de cobre recubierta con códigos secretos. Fue creada por Jim Sanborn en el año 1990 y, hasta el día de hoy, todavía no pudo ser completamente descifrada. “Asumí que el código podría ser descifrado en un tiempo relativamente corto”, confesó al New York Times en 2010.
-Inscripción de Shugborough
EL rumor que rodea al indescifrable código, inscripto en el Monumento al Pastor, en Inglaterra, sugiere que podría tratarse de un mapa con indicaciones para llegar hasta el Santo Grial. El monumento se erige sobre la finca Shugborough, en Staffordshire, desde 1750, y el código, tallado por Peter Scheemakers, hace referencia a una pintura del artista barroco Nicolas Poussin, quien aseguraba conocer la ubicación precisa del Santo Grial.
-Tamam Shud
Corría el año 1948, cuando un hombre de aspecto atlético, vestido con traje y corbata, apareció muerto en Somerton Beach, en Australia. En el interior de un bolsillo oculto en su cinturón, fue hallado un trozo de papel enrollado con la inscripción en idioma persa “Tamam Shud”, que se traduce como “Se terminó”. El hombre carecía de cualquier identificación y, hasta el día de hoy, tanto él, como su muerte y el pequeño texto en el trozo de papel son un completo misterio.
-Georgia Guidestones
Al sur del Condado de Elbert, en los Estados Unidos, se levantan seis bloques de granito, con inscripciones talladas en cuatro idiomas antiguos: cuneiformes de Babilonia, griego clásico, sánscrito y jeroglíficos egipcios. El autor de estas placas es hasta hoy desconocido y el significado de las inscripciones es materia de debate entre especialistas y aficionados.
Fuente: La Gran Época