Comer insectos: de un manjar ancestral a un alimento del futuro
El consumo de insectos, arácnidos y miriápodos por parte de los humanos sigue despertando prejuicios en las comunidades occidentales. Sin embargo, esta práctica, que trae importantes beneficios para la salud, es parte de la tradición cultural milenaria de más de 100 países.
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Fuentes nutricionales
Insectos fritos para la venta.
De hecho, los insectos poseen una vasta cantidad de propiedades nutricionales, según las condiciones de cría y alimentación. La mayoría de ellos aportan proteínas y aminoácidos esenciales, grasas, vitaminas B12, B3 y B6, y minerales como el hierro, potasio, zinc y magnesio.
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Una larga lista de insectos
Comer insectos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), están registrados unos 1.900 insectos comestibles. Entre los enlistados, aparecen las larvas de escarabajo, hormigas, termitas, grillos y saltamontes. También se agregan los criados en granjas especializadas, como larvas de escarabajos y la mosca soldado negro.
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El rechazo de América Latina
Platillo de insectos comestibles.
Dentro de Latinoamérica, el consumo más grande de insectos puede verse en Brasil, Venezuela y México. Los especialistas coinciden en que el desprecio a la entomofagia en el resto de los países del cono sur tiene que ver con las costumbres europeas heredadas, las cuales rechazan el consumo de insectos y frecuentan las carnes de animales.
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Fuente: lagaceta.com.ar (Guadalupe Norte)
Imágenes: Istock