Cómo era la vida íntima del matrimonio en el Antiguo Egipto
Del estudio sistemático de la cultura egipcia, se desprende que, quizá a contramano de lo que popularmente podría creerse, los antiguos egipcios se parecían bastante a las culturas modernas en cuanto a las dudas, miedos y motivaciones sobre el amor, el matrimonio y la sexualidad, que practicaron sin tabúes.
Los egipcios contaban con varios términos en su vocabulario para referirse a la actividad sexual, e incluso varios tipos de eufemismos para aludir a ella, como “conocer”, “unirse con”, “pasar una hora agradable juntos”, “dormir con” o “divertirse con”. La poesía del Antiguo Egipto permite conocer distintos aspectos de la libido y el romance en esta cultura.
También a través de los poemas del Reino Nuevo es posible saber que, en caso de que un joven se enamorara y quisiera casarse, debía conversar con la madre de su pretendida para tener el permiso: “No sabe de mi deseo de abrazarlo, o le escribiría a mi madre”. Los poemas también revelan que el enamoramiento, como hoy, solía tornar difíciles las tareas cotidianas: “No me deja actuar con sensatez”.
En cuanto al casamiento, los antiguos egipcios prescindieron de cualquier tipo de ceremonia. En cambio, todo se resolvía con la mudanza de la mujer, general aunque no exclusivamente, a casa del hombre. En algunos casos, la persona que se mudaba era escoltada por una procesión como único festejo de casamiento.
Así, la mayor parte de los casamientos no se documentaban oficialmente, con excepción de las parejas más acaudaladas, en cuyo caso solían redactarse contratos prematrimoniales para acordar qué sucedería con los bienes en caso de divorcio. Un caso particular era el de los matrimonios temporales, a modo de prueba, como el que se describe en un documento que dice: “estarás en mi casa mientras estás conmigo como esposa desde hoy, el primer día del tercer mes de la temporada de invierno del decimosexto año, hasta el primer día del cuarto mes de la temporada de inundaciones del año diecisiete”.
El matrimonio temporal era conocido como “un año comiendo” y daba la posibilidad a cualquier pareja de probar la convivencia antes del casamiento, algo muy importante según describen algunos documentos médicos que registran la preocupación de los hombres por problemas conyugales, especialmente en el ámbito íntimo. En tales casos, los médicos solían prescribir algunas recetas para ayudar a la pasión en el matrimonio.
“Quita la caspa del cuero cabelludo de una persona muerta que fue asesinada y siete granos de cebada, enterrados en la tumba de un muerto, y tritúralos con diez onzas de semillas de manzana. Agrega la sangre de una garrapata de un perro negro, una gota de sangre del dedo anular de tu mano izquierda y tu semen. Tritúralo hasta obtener una masa compacta, ponlo en una copa de vino... y deja que la mujer lo beba”, reza una antigua receta egipcia.
Sin embargo, no existían recetas de esta clase para las esposas, de quienes se esperaba el celibato, a menos que su marido quisiera mantener relaciones. En general, los matrimonios en el Antiguo Egipto terminaban, o bien por la falta de hijos, o bien por el adulterio. Este último aspecto cabía a hombres y mujeres por igual, por lo que ambos podían exigir el divorcio por adulterio. Así mismo, el divorcio no implicaba ningún tipo de estigma social para hombres ni mujeres.
Fuente: lanacion.com.ar (bbc.com)
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