Flechas y mercurio: la razón por la que la tumba del primer emperador chino sigue sin ser abierta
En 1974 un grupo de agricultores descubrió por casualidad, al cavar un pozo en busca de agua, al mundialmente famoso Ejército de Terracota. Miles y miles de soldados, caballos, carros de guerra y otras figuras que custodian la entrada a la tumba del primer Emperador de China, Qin Shi Huang. Sin embargo, casi 50 años después, la tumba sigue sin ser abierta, y aún nadie sabe lo que hay dentro. La razón es una serie de peligros que se cree que correrían quienes intenten abrir la tumba, como flechas mortales y veneno, así como un peligro latente de dañar a la tumba.
Historia o mito
El historiador chino Sima Qian escribió, 100 años después de la muerte de Qin Shi Huang, que la tumba está conectada a trampas diseñadas para matar a los intrusos: “Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Mercurio se usó para simular los cien ríos, el Yangtze y el río Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente”. Esto fue considerado una fantasía por mucho tiempo, pero un estudio reciente comprobó la existencia de concentraciones elevadas de mercurio alrededor de la tumba.
Peligro real
Pero más allá del mercurio y de las trampas mortales, los arqueólogos temen que una excavación con la tecnología actual pueda dañar a la tumba. Les preocupa que pueda pasar algo similar a lo ocurrido tras el descubrimiento de Troya cuando, por precipitación e ingenuidad, los descubridores dañaron irremediablemente parte del legado. Es por eso que los arqueólogos chinos prefieren esperar a que los avances científicos y tecnológicos les permitan en un futuro próximo, finalmente descubrir qué hay adentro de la tumba del emperador que se mantiene cerrada desde hace más de 2.200 años.