Un antepasado extraordinario que diferencia a tibetanos y andinos
Los estudios en la meseta tibetana, revelan que fue una primera familia la que se instaló en la cima del mundo, a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, en una región hoy conocida como Chusang, hace entre 12.700 y 7.400 años. Lo que resulta extraordinario para la ciencia, es cómo esta familia, aislada, pudo hacer frente a la falta de oxígeno que se da en semejantes alturas.
Cuando se superan los 4 mil metros de altura, cada respiración llega a contener aproximadamente un tercio menos de oxígeno, si se la compara con respiraciones a una menor altura. Fue así que los habitantes del altiplano americano desarrollaron, a través de las sucesivas generaciones, cajas torácicas con forma de barril, lo que permite aumentar el volumen de cada respiración. Además, la ciencia comprobó que la sangre de la gente andina está repleta de glóbulos rojos y hemoglobina, es decir, las moléculas encargadas de oxigenar el organismo. Cuando el oxígeno es escaso, la sangre se espesa para aumentar la capacidad de oxigenar. Este proceso, llamado hematopoyesis, fue descrito por la ciencia como una evolución natural de la vida en las grandes alturas.
Sin embargo, investigaciones posteriores permitieron saber que los tibetanos no espesan su sangre. No sólo jamás desarrollaron tórax con forma de barril, como los andinos, sino que registran niveles de hemoglobina sorprendentemente bajos, como si hubiesen vivido siempre al nivel del mar. Aunque resulte paradójico, esto permite un menor desgaste de los vasos sanguíneos. La explicación a esta rotunda diferencia entre dos culturas que se desarrollaron en las altas alturas, está dada por una historia genética muy distinta entre ambas. Los tibetanos exhalan una mayor cantidad de óxido nítrico, en comparación con los andinos y la gente que vive al nivel del mar, lo que permite un mayor flujo sanguíneo y por tanto mayor tránsito de oxígeno. Estudios genéticos permitieron demostrar que existe una razón genética para esto.
Se trata de los genes EPAS1 y EGLN1, capaces de modular los niveles de hemoglobina en sangre. El genoma tibetano demostró haber sufrido un cambio abrupto y único en su tipo. Sucede que esta cultura heredó el gen EPAS1 de otra especie, más concretamente los denisovanos. Hace entre 50 y 30 mil años, algunos denisovanos se mezclaron con los antepasados de los tibetanos y dieron paso a una evolución genética única.
Fuente: bbc.com
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