Prohíben un aditivo presente en todos los chicles y caramelos porque podría generar alteraciones genéticas
El uso de dióxido de titanio como aditivo alimentario fue prohibido en todos los países de la Unión Europea, después de que las autoridades sanitarias lo pusieran en observación durante los últimos años.
Ante la prohibición, los consumidores se volcaron a las redes sociales para preguntar por qué esta sustancia, técnicamente conocida como E-171, ya no puede utilizarse y si todo este tiempo ha puesto en riesgo la salud pública.
Qué es el dióxido de titanio
El dióxido de titanio es un colorante relativo al conjunto de aditivos que se usan en los productos de la industria alimentaria, permitido para la elaboración de múltiples productos, como caramelos, chicles, golosinas en general, pasteles, sopas y salsas.
Es especialmente apreciado en la industria alimentaria, porque funciona como un colorante de poderoso color blanco pálido, intenso y visible, con la capacidad de reflejar toda la luz que recibe, sin absorber longitud de onda alguna dentro del espectro visible.
Por qué fue prohibido el dióxido de titanio
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), publicó un informe en el que asegura que el dióxido de titanio deja de considerarse seguro, es decir, que su efecto genotóxico no podía descartarse entre las consecuencias del consumo humano.
El anuncio se dio en el contexto de una serie de movilizaciones que desde 2019 llevó adelante la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria, que derivaron en la prohibición del dióxido de titanio en Francia a partir de 2020.
Finalmente, en enero de este año, la Comisión Europea formalizó la prohibición de su uso en la industria alimentaria dentro del bloque de la Unión Europea.
Genotóxico
El efecto genotóxico del dióxido de titanio, que no pudo descartarse entre las consecuencias de su consumo, fue clave para la decisión de prohibirlo: un compuesto genotóxico es todo aquel que pueda dañar, aunque más no sea potencialmente, el ADN.
El caso del dióxido de titanio es concreto: su estructura molecular está compuesta en un 50 por ciento por nanopartículas, las que podrían ingresar al organismo y generar una serie de problemas, algo que no sucede con su uso tópico, en cremas o geles.
Si bien el consumo de dióxido de titanio no es sinónimo de un problema para la salud, sí es cierto que la ciencia no ha podido descartar un potencial perjuicio a largo plazo, razón por la cual decidió quitarlo de circulación en los alimentos.