El 16 de febrero de 1164, la inundación de Santa Juliana arrasó la ciudad de Groninga y la provincia de Frisia, en Países Bajos, y el norte de Alemania, generando devastadores efectos en la cuenca del río Elba y la muerte de miles de personas.
A través de su recorrido, el río Elba se impone como uno de los principales ríos de Europa central y el segundo más extenso entre aquellos que desembocan en el mar del Norte, después del Rin.
Inundaciones como la histórica inundación de 1164, se reiteran de forma periódica en torno a la cuenca del río Elba, un fenómeno agravado, según algunos expertos, por la crisis del calentamiento global.
La inundación de Santa Juliana, que afectó principalmente al territorio alemán, fue tan grande, que sobrepasó la geografía del río Elba y alcanzó incluso a territorios de Países Bajos, en donde generó caos y destrucción.