El 20 de marzo de 1815, la ciudad de París se vio envuelta en un torbellino de emoción y expectativa cuando el emblemático emperador Napoleón Bonaparte regresó triunfante a la capital francesa.
A la cabeza de un formidable ejército compuesto por 140 mil soldados y respaldado por unos 200 mil voluntarios, Napoleón entró en París, marcando el inicio de un período histórico conocido como los Cien Días.
Este lapso fue testigo del renacimiento político y militar de Napoleón, que emergió de su exilio en la isla de Elba con la determinación de reclamar su lugar en el escenario europeo.
Los Cien Días fueron un período de intensa actividad política y militar, marcado por la rápida movilización de fuerzas y la preparación para el inevitable conflicto con las potencias europeas coaligadas en su contra.
Aunque finalmente culminaron en la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo y su segunda y definitiva abdicación, los Cien Días dejaron un legado duradero en la historia de Francia y de Europa.