La epidemia de baile, un extraño fenómeno desarrollado en Estrasburgo, Sacro Imperio Romano Germánico, llegaba a su clímax un día como hoy, en 1518. Todo había comenzado a mediados de julio de ese mismo año, cuando una mujer, Frau Troffea, salió a una calle de la ciudad y empezó a bailar frenéticamente. Sostuvo su actividad durante varios días seguidos, sin detenerse, y al cabo de una semana más de 30 personas se habían unido a la danza. Se calcula que, para principios de agosto, cerca de 400 bailarines ocupaban las calles de Estrasburgo. El hecho desconcertó al resto de los ciudadanos y a los médicos locales, quienes concluyeron que se trataba de una enfermedad, cuya cura era seguir bailando (incluso, construyeron tarimas y contrataron músicos para favorecer el proceso de sanación). Finalmente, la mayor parte de los afectados por esta presunta enfermedad fallecieron a causa de agotamiento, ataques cardíacos y derrames cerebrales.
El verdadero origen de esta singular epidemia permanece aún como un enigma. Algunos historiadores aseguran que los pasos de baile de los afectados eran en realidad temblores y convulsiones provocados por una fiebre alta, generada a partir de las hambrunas y climas hostiles que poco antes habían azotado la ciudad. Otras hipótesis no descartan que el fenómeno haya tenido un fuerte componente psicológico, y lo catalogan como un caso extremo de histeria colectiva.
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