A las 12:14 horas del 30 de julio de 1945, el USS Indianápolis fue torpedeado por un submarino japonés en el mar de Filipinas y se hundió doce minutos más tarde. De una tripulación de 1.196 hombres, alrededor de 300 se hundieron con el buque. El resto, unos 900 hombres, quedaron flotando, sin botes salvavidas, comida ni agua potable. Los supervivientes fueron vistos por accidente cuatro días más tarde. Sólo 316 hombres seguían con vida. El capitán del buque, Charles Butler McVay III, sobrevivió. Fue juzgado y condenado por negligencia, aunque las pruebas demostraban lo contrario, como el testimonio del capitán del submarino japonés, quien afirmó que la maniobra en zigzag no habría evitado el hundimiento; no obstante, McVay fue condenado. Archivos desclasificados años más tarde evidencian que McVay fue un chivo expiatorio de los errores ajenos.
McVay se suicidó en 1968. En octubre de 2000, tras años de esfuerzos de sus familiares y simpatizantes, se aprobó en Washington una enmienda, firmada por el Presidente Clinton, que expresa el pesar del Congreso por lo sucedido y rehabilita la figura del Capitán McVay, exonerándolo de toda culpa.
En julio de 2001, el Departamento de Marina anunció que se había modificado en el registro todo lo concerniente a la culpabilidad del Capitán McVay, exonerándolo por la pérdida del Indianápolis y las vidas de aquellos que perecieron como consecuencia de su hundimiento.