Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleáns, fue una heroína y santa francesa. Su festividad es el día de su muerte, como es tradición en la Iglesia Católica, el 30 de mayo. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán. La familia de Juana también reunió las pruebas necesarias para la revisión del juicio y las envió al Papa, pero éste se negó definitivamente a reabrir el proceso. A la muerte de Nicolás V, fue elegido el 8 de Abril de 1456 el Papa español Calixto III (Alfonso de Borja), y fue él quien se dispuso a reabrir el caso. La inocencia de Juana fue reconocida ese mismo año, en un proceso donde hubo numerosos testimonios y se declararon herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, el 18 de abril de 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese mismo año fue declarada como la Santa Patrona de Francia.