Un día como hoy, en el año 1845, Estados Unidos incluía a Texas como su estado número 28. Desde su independencia en 1820 hasta el año 1836, México había sido el propietario legítimo de este territorio. Ese año, la gran cantidad de inmigrantes estadounidenses que allí habitaban (y que habían introducido esclavos negros de manera ilegal) se alzaron en armas y proclamaron unilateralmente una república independiente. Esto desembocó en una guerra contra México, que terminó perdiendo el territorio. La república de Texas eligió como presidente a Sam Houston, quien ocupó el cargo desde 1836 a 1838, y luego desde 1841 a 1844. En 1845, a partir de la incorporación de Texas como estado esclavista a Estados Unidos, este país y México entraron en guerra. Como consecuencia, México perdió gran parte de sus territorios al norte de Río Grande, como la Alta California. El ex presidente Samuel Houston pasó a convertirse en gobernador del estado, y en 1861 se opuso fervientemente a la incorporación de Texas a los Estados Confederados de América. A partir de la década de 1930, el descubrimiento de petróleo en el territorio provocó un auge económico en Texas, y el estado ganó más valor para el gobierno estadounidense.