El día que Sigmund Freud se burló de la Gestapo
Aunque el célebre psicoanalista Sigmund Freud no nació en Austria, sino en Freiberg, Moravia, Viena fue la ciudad que lo recibió a los cuatro años de edad y fue allí donde desarrolló su carrera y su labor clínica durante la mayor parte de su vida.
Cuando los nazis invadieron Austria, Freud fue inmediatamente declarado enemigo del régimen, tanto por su origen judío como por ser psicoanalista: muchas de sus obras fueron quemadas e incluso dos de sus hijos fueron apresados por la Gestapo para ser interrogados.
A los 80 años de edad y enfermo de cáncer, el gran psicólogo tuvo que exiliarse en Londres para salvar su vida. Afortunadamente en 1938 Freud se había forjado una gran reputación tanto en Viena como en el resto del mundo, y muchas fueron las figuras que ayudaron a concretar su huída. La propia princesa Marie Bonaparte, con ayuda de otras figuras influyentes de la época, logró reunir una pequeña fortuna con la que se le concedió la visa de salida al psicoanalista y a su familia directa.
La Gestapo, no obstante, puso una cláusula para permitir su exilio: Freud debío firmar un documento asegurando que el régimen nazi lo había tratado “con todo el respeto y consideración debido a mi reputación científica y que podía vivir y trabajar en plena libertad”. Antes de partir, el psicólogo decidió burlarse de la Gestapo y agregó en el documento la irónica frase “Recomiendo encarecidamente la gestapo a todos”. Al parecer los nazis nunca notaron el chascarrillo.
Fuente: supercurioso.com