4 pésimas decisiones tomadas por gente común en la Segunda Guerra
En 1942, Estera Frenkiel , adolescente que trabajaba como secretaria del director del gueto judío de Lodz, Polonia, recibió 10 certificados para salvar a 10 personas de ser enviados a los campos de concentración. Después de certificar a su familia más cercana, entregó los que le sobraban a sus vecinos. Sin embargo, los certificados solo sirvieron para evitar la ejecución y todos fueron enviados a campos de concentración. Estera Frenkiel sobrevivió y se estableció en Israel tras el fin de la guerra.
Jacques Leroy fue un belga racista y anticomunista, que se ofreció como voluntario para ser parte de las SS. En una batalla contra el Ejército Rojo en Ucrania, Leroy perdió un ojo y un brazo. Pero, tras una breve recuperación, volvió para integrar su unidad "para no caer en la mediocridad y para estar con mis camaradas".
Peter Lee creció como parte de una familia obrera de Inglaterra en los años 30. En la Segunda Guerra Mundial fue capturado por los japoneses en Borneo, en donde fue brutalmente golpeado, torturado y pasó hambre y enfermedades. Sin embargo, con autodisciplina, evitando el odio, la rabia y la autocompasión, logró sobrevivir hasta ser finalmente liberado.
En 1944 oficiales de la Fuerza Aérea Japonesa visitaron una base de entrenamiento en busca de voluntarios para una misión especial. Buscaban kamikazes que entregaran su vida estrellándose contra los barcos aliados. Aunque ninguno de los soldados lo deseaba, el temor a la deshonra y las consecuencias que sus familias pudieran enfrentar los persuadieron de aceptar la misión. Sin embargo, antes de poder estrellarse, el piloto Kenichiro Oonuki fue forzado a aterrizar por combatientes estadounidenses, lo que le salvó la vida, a pesar del deshonor.
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Fuente: bbc.com
Imágenes: bbc.com