Simon Wiesenthal, el implacable cazador de nazis
Casado y de profesión arquitecto, el español Simón Wiesenthal se encaminaba a cumplir cuarenta años de edad, cuando su vida cambió por completo y para siempre. El horror del nazismo diezmó a su familia, que perdió a 98 integrantes durante los años que sucedieron a la invasión alemana de Polonia, en 1939. Gracias a sus estudios, logró escapar de la muerte en el campo de concentración de Janowska, en Ucrania, cuando fue derivado al sector que se encargaba del mantenimiento ferroviario. Aprovechando esa posición, se las ingenió para filtrar información a la resistencia polaca.
En mayo de 1945, después de sobrevivir a cuatro campos de concentración, Wiesenthal y el resto de las personas secuestradas en Mauthausen-Gusen, fueron liberados por las tropas estadounidenses. A partir de entonces, enfocó su vida en lo familiar y en identificar y perseguir a los criminales nazis responsables de al menos 11 millones de muertes e incontables torturas físicas y psicológicas. Alguna vez, durante una entrevista, aseguró: "En mi ciudad antes de comenzar la guerra había 150 mil judíos; en 1945 sólo quedaban 150 […] siempre pensé que todo en la vida tiene precio […] y el mío es el de ser el representante de los que han muerto".
Durante su tránsito en los campos de concentración, Wiesenthal se sirvió de cualquier retazo o trocito de lápiz para registrar el nombre de cada oficial nazi, y memorizó los nombres que no pudo escribir. Con esa información, a tan solo tres semanas de ser liberado, comenzó a colaborar con las autoridades de Estados Unidos para identificar a los criminales nazis. Asentado en Linz, Austria, vigiló en primera instancia a la familia de Adolf Eichmann, responsable de la logística de los trenes nazis para el traslado de prisioneros de los campos de concentración. Gracias a su ayuda, Eichmann fue capturado y enjuiciado.
Con el correr de los años, el interés oficial en capturar a los criminales nazis pareció mermar y Wiesenthal asumió la responsabilidad como propia. Desde entonces, su trabajo permitió capturar a más de cien jerarcas alemanes, entre los que se cuentan a Franz Stangl, a cargo del campo de concentración Treblinka; Gustav Wagner, comandante de Sobibor; Hermine Brausteiner- Ryan, famosa por asesinar a patadas a sus víctimas; Karl Silberbauer, jefe de policía que apresó a la familia de Anna Frank; y Josef Schwammberger, hallado en Argentina a mediados de la década de 1980.
Hasta el año 2005, cuando falleció, Simon Wiesenthal dedicó su vida a la conservación de la memoria del holocausto. Ya en su vejez, llegó a decir: "Soy un hombre religioso y creo en la vida en el más allá. Cuando lleguemos allí después de nuestra muerte y nos encontremos con los millones de judíos asesinados en los campos de concentración y nos pregunten qué hacíamos en la tierra, alguno responderán: ‘Yo era joyero. Vendía anillos, pulseras, relojes’. Otros dirán: ‘Yo contrabandeaba café y cigarrillos americanos’. Algunos contestarán: ‘Yo construía casas’. Pero en mi caso les diré: ‘Yo nunca los olvidé’.
Fuente: infobae.com (Matías Bauso)
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