Saturnales: las fiestas más desenfrenadas del Imperio romano
En la Antigua Roma existió una de las celebraciones más esperadas por los esclavos: las saturnalia. Durante algunas horas, los sirvientes se convertían en pares al resto de los civiles, e incluso gozaban de ser servidos por sus amos. El Estado brindaba un enorme banquete al que todo el mundo podía concurrir y disfrutar de un respiro, sin ser criminalizado.
Según explica el arqueólogo Néstor Marqués en su libro Un año en la Antigua Roma, las saturnalia –o fiestas de Saturno- comenzaron a celebrarse en 497 a.C., cuando se creó un templo en el Foro romano para pedirle a su dios la protección de los cultivos que debían enfrentarse al invierno. Después de la celebración, los campesinos disfrutaban unos días de descanso y tiempo libre.
Tiempo más tarde, las saturnalia se convirtieron en un símbolo de la liberación del trabajo, y su popularidad fue tal que los romanos siguieron ampliando los días de festejo de forma espontánea. De hecho, durante gran parte del Imperio se profesaron los gritos de "¡Io Saturnalia!" (¡Felices saturnales!), y las celebraciones llegaron a durar hasta una semana entera.
Sin embargo, los banquetes ocupaban un lugar central. La élite cultural se juntaba en grupos acotados, cuya cantidad de comensales debía estar entre tres y nueve integrantes. Durante la celebración, se debatía sobre el tiempo, la vida o el amor; mientras que, dentro de las clases más bajas, se imponía la anarquía y se registraban juegos exóticos.
El último día de fiesta era conocido como sigillaria. Allí se dedicaban a hacer regalos a familiares y amigos, como artesanías o figuras de cerámica, que también se podían comprar en un estilo de mercadillo. Las saturnalia fueron, sin dudas, una de las celebraciones más esperadas y aclamadas del mundo antiguo.
Fuente: elespanol.com (David Barreira)
Imágenes: Wikimedia Commons / elespañol.com