Ratlines: las rutas que usaron miles de nazis para huir a Sudamérica y otras regiones
Por su traducción al castellano, podría pensarse que el apodo que se le dio a las rutas clandestinas que utilizaron los nazis para escapar de Europa, concluida la Segunda Guerra Mundial, se refiere a una “hilera de roedores” o “ruta de ratas”. Pero en realidad, el término “ratline” no tiene que ver con ratas, sino con barcos.
En el lenguaje naval, se denomina así a los trozos de cuerdas que funcionan como peldaños de escalera, para poder subir por el mástil. Durante aquellos años, escalar hacia lo más alto del barco significaba “último y desesperado recurso” para que un marinero evitara ahogarse si su nave se hundía. Por este motivo, ratline es sinónimo de "última vía de escape".
Estas rutas utilizadas por jerarcas nazis, tras la caída de Alemania en 1945, no fueron improvisadas. Todos los trayectos estaban planificados y organizados por personas de poder, dedicadas a proteger a todo tipo de prófugos mundiales. Sin embargo, parte del éxito de estos exilios estuvo ligada a la colaboración de dos instituciones internacionales: la Iglesia católica y la Cruz Roja.
Las tres ratlines más importantes atravesaban distintos países europeos con un fin específico: llegar a un puerto y escapar en barco a otro destino. La "ruta nórdica" iba desde Dinamarca a Suecia, la "ruta ibérica", coordinada por nazis residiendo en España, usaba puertos como los de Galicia; y la tercera ratline fue a través de Italia, con destino a Sudamérica. Argentina fue quien atrajo a más fugitivos nazis.
Según documentaciones reveladas en 2012 por las autoridades alemanas, unos 9 mil militares y colaboradores del Tercer Reich huyeron a América del Sur tras la guerra; 5 mil de ellos se quedaron en Argentina, el lugar al que el famoso "cazador de nazis" Simon Wiesenthal llamó el "Cabo de Última Esperanza" para los nacionalsocialistas.
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Fuente: bbc.com
Imágenes: Wikimedia Commons / Shutterstock