Quinametzin: los gigantes que habitaron México antes que los aztecas
Los antiguos pobladores de Mesoamérica tenían la firme convicción de que los primeros moradores del valle de México fueron gigantes que vivieron durante la Era de Atonatiuh (el sol de agua), un período de tiempo que concluyó con inundaciones de dimensiones bíblicas. En Mesoamérica, estos gigantes eran conocidos como Quinametzin, palabra que deriva del plural quinametli, que significa gigante.
Sobre este relato originario no se tienen más precisiones que las recogidas por los frailes posteriores a la Conquista, como Fray Andrés Olmos, que relata la existencia de gigantescos huesos de pie humano en el palacio de Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, o describe a humanos casi gigantes en las actuales regiones de Morelos, Puebla, Cuernavaca y Tecali.
En el Códice Florentino, escrito en náhuatle y español, se describe la creencia ancestral de los nativos, que consideraban a los gigantes como una creación divina. Historiadores y antropólogos consideran que probablemente los cronistas no pudieran acreditar la construcción de enormes ciudades y templos, y que entonces «los evangelizadores atribuyeron la construcción de las pirámides más grandes, como la de Cholula, a los gigantes».
Mientras tanto, se especula con que la gran inundación a la que se refiere el relato originario esté vinculada con el aniquilamiento del pueblo quinametzin a manos de un grupo de mercaderes olmecas-xicalancas, hacia el año 200 a. C., hipótesis que cuenta con el respaldo de registros históricos. Según el historiador novohispano Mariano Veytia, los olmecas-xicalancas se encontraron con un pueblo de temerarios gigantes.
Los olmecas-xicalancas se vieron atemorizados por el tamaño de los quinametzin y decidieron pagar tributos, hasta que tuvieron tiempo de tramar un plan, emborracharlos y entonces finalmente asesinarlos. Ciertamente, no existen evidencias arqueológicas que permitan corroborar o refutar la existencia de humanos gigantes en Mesoamérica. Sin embargo, los códices novohispanos permiten hoy conocer la cosmogonía primitiva de la región.
Fuente: culturacolectiva.com
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