La proeza por la que John F. Kennedy se convirtió en héroe de la II Guerra
En agosto de 1943, el alférez de navío de reserva John F. Kennedy era dado como desaparecido en el mar de las islas Salomón. El destructor "Amagiri", comandado por el teniente Kohei Hanami, había decidido lanzar su potente buque contra una silueta vista a ras del agua. El choque tuvo como consecuencia un incendio a bordo, que además partió en dos a la lancha norteamericana.
Dos de los tripulantes fallecieron por la explosión, pero los otros once sobrevivieron de manera sorprendente. El buque japonés ni se detuvo, posiblemente creyendo que no sobrevivirían en aquellas aguas de haberlo hecho a la explosión. Los supervivientes se escondieron en la parte de atrás, flotando en torno a Kennedy, que llevaba el timón en el momento del abordaje.
Luego, los once tripulantes abandonaron los restos de la embarcación y se dirigieron nadando hacia la isla de Plum Pudding, a 5 kilómetros. Kennedy decidió agarrar con una cuerda entre sus dientes el arnés del marinero Patrick Mahon y lo remolcó hacia un islote que se encontraba alejado de las patrullas japonesas, pero no disponía de recursos necesarios, debiendo nadar otros 2 km, hasta Olasana.
Kennedy y el marinero George Ross partieron desde allí hasta Naru, donde encontraron algunas provisiones y agua de lluvia. Esa misma tarde, llegaron a la isla dos nativos de las Islas Salomón, que trabajaban para la Armada australiana. Ellos llevaron a la base de Rendova un mensaje que Kennedy grabó en un coco con una navaja.
Su pedido de ayuda llegó al teniente Arthur Reginald Evans, quien envió una flota para recoger a Kennedy y su tripulación. El futuro presidente fue condecorado con la Medalla de la Armada y del Cuerpo de Marines, y se convirtió oficialmente en “héroe de guerra”, lo que le ayudaría en su carrera política.
Fuente: abc.es (Federico Ayala Sörenssen / Mónica Arrizabalaga)
Imágenes: Wikimedia Commons / abc.es