La increíble relación entre un eclipse medieval, una erupción volcánica y los hielos polares
Durante años, los medios científicos han debatido sobre el origen de los sulfatos que se encuentran en los núcleos de bloques de hielo, tanto en Groenlandia como en la Antártica. Una gran erupción volcánica en el siglo XII, fue la causa más admitida sobre la expulsión de dichos sulfatos a la atmósfera. Pero se debatía sobre cuál podría haber sido el volcán culpable de dichas erupciones.
En un principio, se pensó que los sulfatos provenían de una erupción del volcán Hekla, que tuvo su actividad más violenta en 1104 d.C. Pero un estudio publicado en Nature en 2015 por el especialista del clima Michael Sigl, manifestó que algo no cuadraba en la hipótesis: era más probable que la causa del fenómeno fuese alguna otra erupción volcánica en los trópicos durante los años 1108-1109 d.C.
El investigador Sébastien Guillet y su grupo de investigación, buscaron otro fenómeno natural que hubiese podido tener lugar a principios del siglo XII y que pudiese ayudar a decidir entre las dos hipótesis. Pensaron en los efectos que tienen los aerosoles volcánicos eyectados a la atmósfera en el brillo de los eclipses lunares.
La apariencia de la Luna puede ser muy diferente de un eclipse a otro. Los aerosoles volcánicos, que permanecen en la estratosfera tras una erupción, son posiblemente el mayor factor que ocasiona la atenuación y cambio de coloración de la luna eclipsada. De hecho, los eclipses más oscuros desde el siglo XVII están claramente relacionados con erupciones volcánicas bien conocidas.
Como conclusión, los científicos especulan que la erupción sufrida por el Monte Asama en Japón en año 1108 pudo haber sido la responsable. Pero, nuevamente, el transporte de las cenizas hasta la Antártica, a través de los trópicos, plantea un problema. Parece más posible que hubiese sucedido otra erupción (o una serie de erupciones) que están aún por identificar.
Fuente: elmundo.es
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