Curiosas creencias sobre la muerte en las civilizaciones antiguas
El profesor de Historia e investigador, Javier Martínez-Pinna, publicó su libro “Muerte y religión en el mundo antiguo”, en el cual recorre las distintas tradiciones y mitos que conformaron las antiguas civilizaciones en torno a la muerte. "Los hombres y mujeres del pasado, al igual que nosotros, y como seguro harán en el futuro, pensaron en la muerte”, asegura Martínez-Pinna.
Según el autor, la muerte en Egipto se consideró como la desintegración de las partes en las que se dividía el individuo, optando así por la momificación. Para lograr la vida eterna, se reunían todas partes del cuerpo mediante la realización de un ritual funerario que llevaba a la salvación. Los adinerados podían procurarse generosos ajuares, para que los acompañen en su viaje.
Las religiones primitivas de Irán influyeron sobre el zoroastrismo y su forma de concebir la muerte. "Tras la muerte física, se pensaba que el alma viajaba hasta el cielo, y para ello era necesario atravesar la esfera estelar, la lunar y, finalmente, la solar", expresa Martínez-Pinna. Al igual que en las religiones monoteístas actuales, el comportamiento en la vida terrenal marcaba el destino del fallecido.
Durante el Imperio Persa, el zoroastrismo también fue la religión predominante. Sin embargo, nunca se supo cuál era la visión que tenían los persas del mundo de ultratumba. "Parecían no creer en la resurrección, mientras que Jenofonte pone en boca de Ciro el Grande la creencia de que el ser humano volvía a sus elementos originales después de su muerte física", expresa Martínez-Pinna.
Para la Antigua Grecia, la forma de entender la muerte fue mucho más simple de lo que se estipulaba en el Antiguo Egipto. Al principio, la vida del más allá para los primeros griegos era considerada vacía, sin fe ni esperanza. El alma viajaba hasta el Hades, pero allí solo se conservaba una imagen del cuerpo, sin sustancia alguna.
Por otra parte, los romanos creían que, cuando se daba la muerte, el alma escapaba por la boca del moribundo. De esta manera, alguno de los familiares trataba de captar el último aliento mediante un beso. Por entonces, la muerte no marcaba el final, ya que los familiares continuaban realizando ofrendas periódicas hasta que, con el tiempo, comenzó a predominar la idea de que el alma continúa su vida en el más allá.
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Fuente: elespanol.com
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