Tutankamón: la maldición que persiguió a su descubridor hasta la muerte
En noviembre de 1922, el arqueólogo Howard Carter se topó con una de las reliquias egipcias más importantes de la historia mundial: la tumba del faraón Tutankamón. Si bien el experto creyó alcanzar la gloria con tan poderoso descubrimiento, los días posteriores al hallazgo estuvieron azotados por una supuesta maldición que todos asociaban con el líder egipcio.
Un hallazgo increíble
La bóveda de Tutankamón, ubicada en el Valle de los Reyes, poseía en su interior una gran cantidad de reliquias: cofres, tronos, altares y divanes, hasta sumar cerca de cinco mil objetos, además de la consagrada tumba. Los objetos fueron encontrados en un estado óptimo, ya que por miles de años nadie había ingresado a la cámara.
Primeros acontecimientos trágicos
Sin embargo, la gloriosa historia arqueológica tomó otro rumbo cuando, en 1923, Lord Carnavon, financista del proyecto, murió a raíz de una infección provocada por la picadura de un mosquito. Al poco tiempo, colaboradores en el proyecto como Aubrey Herbert, Arthur Mace, Alby Lythgoe, George Jay Gould y Richard Bethell perdieron la vida por distintas causas, atribuidas al hallazgo.
La historia de Conan Doyle
La serie de eventos trágicos despertó el interés de los fanáticos, en especial de Sir Arthur Conan Doyle, creador de las aventuras de Sherlock Holmes, quien escribió un artículo que explicaba las muertes como una maldición que perseguía a quienes interrumpieron el descanso del espíritu del faraón. En tan solo días, todo Londres se refería al caso como “la maldición de Tutankamón”.
Triste final para Howard Carter
A partir de las primeras fabulaciones e historias a raíz del hecho, novelistas, científicos y cineastas dedicaron su tiempo en crear diversas versiones y conclusiones del caso. Howard Carter falleció en soledad el 2 de marzo de 1939, a la edad de 64 años, con la tristeza de saber que poco habían reconocido su hazaña a causa de una superstición de ficción.