¿Por qué nunca hallaron al nazi Mengele?
El escritor francés Olivier Guez reflejó en su libro “La desaparición de Josef Mengele” no sólo la personalidad del personaje sino también la trama por la que el asesino y torturador consiguió evitar pagar por sus crímenes. La justicia alemana, la Mossad, y el célebre cazador de nazis Simon Wiesenthal intentaron durante mucho tiempo seguir el rastro del oficial nazi pero nunca tuvieron éxito.
La llegada del jefe alemán a Buenos Aires, en 1949, no fue exactamente como lo esperaba. Su familia, ricos industriales que realizaban maquinaria agrícola, había pagado una gran suma de dinero para asegurarle una ruta de escape. Una vez que estuvo establecido en la ciudad, comenzó a moverse por todos sus rincones, a familiarizarse con la idiosincrasia y hasta a estar a gusto. Pero al principio, se sentía insignificante en un país que desconocía, luego de haber aterrorizado a toda una nación.
Tras su paso por la Argentina, comenzó una etapa en la cual cambió diversas veces de nombre y vivió en Paraguay y Brasil, con la misma impunidad con la que otros muchos nazis encontraron un refugio en Sudamérica tras la Segunda Guerra Mundial. De alguna forma, estos países los ayudaron a pesar de los turbios relatos que llegaban sobre el Holocausto desde el otro lado del Atlántico.
Mengele fue escabulléndose de sus perseguidores con la ayuda económica por su familia en Alemania y por protectores filonazis. Aunque nunca fue capturado, el escritor sostiene que Mengele tuvo un final “patético”, en 1979, en Brasil. Según el relato de Guez,“Mengele pensaba que era Superman, pero acabó como una rata, solo, enfermo y paranoico”.
Fuente: Clarin
Imagen: Creative Commons/Fotógrafo Policial, Buenos Aires.