La historia de la lanza que atravesó a Cristo y que Hitler robó
Según la tradición cristiana, cuando Cristo murió en la cruz, un soldado romano le atravesó el costado con una lanza para comprobar su muerte. Pasados los siglos, esa lanza que entró en contacto con la santa sangre, se convirtió en objeto de veneración y deseo, ya que, según la leyenda, haría invencible a quien lograra poseerla.
La lanza del poder
Según los relatos, la Lanza de Longinos (ese era el nombre del soldado romano) fue utilizada por Constantino, por Teodosio y por Carlomagno, entre otros, siempre concediendo la victoria a quien la portara. En la actualidad se conservan 4 lanzas que afirman ser la verdadera. Una en el Vaticano, otra en la catedral armenia de Echmiadzin. La tercera en Cracovia, Polonia, y la cuarta en el museo del palacio Hofburg, en Viena. Fue esta última la que quiso robar Napoleón sin éxito. Hitler, no obstante, sí lo logró.
Destino fatal
En 1938, la lanza fue llevada en tren desde Viena hasta Nuremberg por tropas de las SS y depositada junto a otras reliquias en la cripta de la iglesia de Santa Catalina. Allí se mantuvo durante los siguientes años, hasta que la ciudad cayó en manos del ejército norteamericano. La lanza fue encontrada por los aliados el 30 de abril de 1945, casualidad o no, ese mismo día Hitler se suicidó en su búnker de Berlín.