Un día como hoy, del año 1976, un golpe de Estado al que las Fuerzas Armadas llamaron Operación Aries deponía los poderes constitucionales de Argentina para instaurar una dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
Durante las primeras horas de aquel día, los militares argentinos derrocaron a la presidente María Estela Martínez de Perón y asumieron el poder con una Junta Militar que presidió el general Jorge Rafael Videla, secundado por el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Ramón Agosti.
El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional aplicó un plan sistemático de terrorismo de Estado que se extendió hasta diciembre de 1983, planificado y ejecutado en el contexto del Plan Cóndor, un sistema coordinado de represión clandestina en Latinoamérica que promovió Estados Unidos durante la Guerra Fría.
La dictadura cívico-militar dejó un tendal de decenas de miles de muertos y desaparecidos a manos de grupos militares, policiales y paramilitares. Llegaron a contabilizarse unos 50 mil presos políticos, más de 100 mil exiliados y una enorme (aunque desconocida) cantidad de niños –generalmente bebés– arrebatados a las víctimas y apropiados ilegalmente.
La doctrina económica de la dictadura argentina implementó profundas reformas que condujeron a la desindustrialización, el endeudamiento externo y un aumento exponencial de la pobreza. Hacia 1982, tras la derrota en la Guerra de Malvinas, la crítica situación socioeconómica del país obligó a los militares a delegar el poder.
El 10 de diciembre de 1983, tras elecciones democráticas, Raúl Alfonsín fue elegido presidente. A partir de entonces, los líderes del golpe cívico-militar fueron juzgados y condenados por perpetrar miles de crímenes de lesa humanidad.