El 21 de diciembre de 1937, se estrenó Blancanieves y los siete enanitos, el primer largometraje animado en color y con sonido, lo que revolucionó el cine para siempre.
La obra, producida por Walt Disney, marcó el inicio de una nueva era en la animación, llevando a la gran pantalla una historia clásica de los hermanos Grimm con una técnica innovadora y un detallado trabajo artístico.
El proyecto, apodado en su momento como “la locura de Disney”, enfrentó escepticismo generalizado. Con un presupuesto de 1,5 millones de dólares, un récord para su época, la película utilizó técnicas como el multiplane camera, que dio profundidad y realismo a las escenas. Cada cuadro fue pintado a mano por un equipo mayoritariamente femenino, quienes dieron vida a los entrañables personajes.
El impacto fue inmediato: Blancanieves y los siete enanitos no solo fue un éxito comercial, recaudando 8 millones de dólares en su estreno inicial, sino que también se convirtió en un fenómeno cultural. Canciones como “Heigh-Ho” y personajes como Dopey o Grumpy pasaron al imaginario colectivo, marcando el inicio del legado de Disney como un gigante de la animación.
La película recibió un Óscar honorífico especial, acompañado de siete estatuillas en miniatura, como reconocimiento a su innovación. Más allá de la pantalla, esta obra estableció los estándares del cine animado y demostró que los dibujos animados podían contar historias complejas y emocionales, marcando un antes y un después en la historia del entretenimiento.