La Semana Trágica fue una insurrección de carácter popular ocurrida en varias ciudades catalanas, pero principalmente en la de Barcelona - España, durante la última semana del 26 al 31 de julio de 1909, en curso del reinado de Alfonso XIII, que produjo una gran conmoción social y alcanzó una notable repercusión en la política gubernamental española. En ese momento la situación social y sindical de Barcelona, el núcleo más industrializado de España, era realmente explosiva en los primeros años del siglo XX. Además, se habían logrado niveles muy altos de concienciación y organización obrera. El anarquismo, especialmente contaba con muchos seguidores y fue así como se generaron disturbios que más tarde dejaron más de medio centenar de edificios, muchos de ellos religiosos, incendiados y un centenar de muertos. La búsqueda de responsabilidades se dirigió tanto al nacionalismo catalán como al republicanismo anticlerical del político español Alejandro Lerroux, quien, de hecho, se había negado a prestar su apoyo a la instauración de la forma de gobierno republicana que respaldaban algunos de los sublevados. Por su parte, la presión ejercida por algunos dirigentes del Partido Liberal obligó al rey Alfonso XIII a retirar la confianza al entonces gobierno conservador presidido por Antonio Maura y a entregársela al político español Segismundo Moret.