El 3 de marzo de 1904, en España, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley del Descanso Dominical, que sirvió para que en la Europa de principios del siglo XX se avanzara en favor de los derechos de los trabajadores.
La ley entró en vigor el 11 de septiembre de ese mismo año, durante el gobierno de Antonio Maura. Hasta entonces, el Ministerio de Gobernación recomendaba a los gobernadores que "cuidasen de hacer observar las fiestas religiosas", casi un pretexto para el descanso dominical.
Durante el siglo XIX, varias de las leyes que regulaban el descanso dominical habían sido abolidas, lo que generó que en muchos lugares el trabajo fuera constante y los empleados, especialmente los de clases más bajas y empleos más precarios, no descansaran nunca.
La aprobación de la Ley del Descanso Dominical en España, fue el puntapié para que en Latinoamérica pronto se discutieran y eventualmente aprobaran leyes en sentido idéntico, aunque con las particularidades de cada país.