Un día como hoy, en el año 1532, el explorador y conquistador español Francisco Pizarro tendía una trampa al emperador inca Atahualpa. Pizarro había llegado a las tierras de Atahualpa el año anterior, con el apoyo de Carlos V y, ese día, invitó al emperador a una fiesta que se realizaría en su honor. Atahualpa asistió con 5.000 hombres desarmados y allí el fraile Vicente Valverde lo instó a aceptar a Carlos V como soberano y a convertirse al cristianismo. Ante la negativa de Atahualpa, el ejército de Pizarro abrió fuego, asesinando a los miles de incas en menos de una hora. Atahualpa fue capturado y mantenido en cautiverio, mientras Pizarro realizaba planes para tomar posesión de su imperio. Para conseguir su liberación, el emperador ofreció a los españoles una habitación repleta de plata y oro. Pizarro aceptó, pero luego lo condenó a la hoguera por cargos de agitación y rebelión. En el último momento, el fraile Valverde le ofreció clemencia si accedía a convertirse al cristianismo. En esta ocasión Atahualpa aceptó la propuesta ya que, según su religión, para conseguir la resurrección en el otro mundo su cuerpo no podía ser quemado. El 26 de julio de 1533 el emperador inca fue ejecutado por estrangulación.
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