El 28 de agosto de 1963, el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos llegó a su punto cumbre, cuando Martin Luther King, Jr. habló ante unas 250 mil personas que asistieron a la "Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad".
Las manifestantes, entre blancos, negros, ricos y pobres se reunieron en la capital para exigir el derecho al voto y la igualdad de oportunidades para los afroamericanos, así como para reclamar el fin de la segregación y discriminación racial.
Casi al final de su discurso, basado en un texto previamente redactado, se sintió abrumado por el momento y dio un sermón improvisado:
"Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, a Carolina del Sur, vuelvan a Georgia, regresen a Luisiana, a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada, no se dejen caer en el valle de la desesperación".
Y continuó, improvisando uno de los discursos más famosos de la historia civil de los Estados Unidos:
"Yo tengo un sueño… sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: sostenemos verdades que son evidentes: que todos los hombres son creados iguales. Tengo un sueño, sueño que un día en las rojas colinas de Georgia los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado ardiente con el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Yo tengo un sueño, que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter".
En octubre de 1964, Martin Luther King Jr., fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. El 4 de abril de 1968, fue asesinado a tiros mientras estaba de pie en el balcón de un motel en Memphis, Tennessee.