El 29 de enero de 1895 desembarcaron los primeros contingentes libertadores de Cuba, en el oriente de la isla, conducidos por el mismo José Martí (político y escritor cubano, que murió a los dos meses de haber pisado tierra), el viejo general Máximo Gómez (que ya había comandado la guerra de 1868) y el caudillo Antonio Maceo, que morirá en una emboscada al año siguiente. Ese mismo día, Martí ordenó el inicio del levantamiento contra España. Su táctica, como en la guerra anterior, consistió en no ofrecer batalla abierta al ejército español, mayor en número y en preparación, sino en desarrollar una guerra de destrucción: a las plantaciones que no pagaban un "impuesto revolucionario" las incendiaban, quemaban las cosechas, liberaban a los esclavos y los ganaban para la causa revolucionaria. De esta forma fueron generando el caos económico y social en la isla, eludiendo siempre al ejército enemigo y manteniéndose a través del apoyo de las masas populares y de la expoliación de las ciudades que lograban dominar.