El 11 de noviembre de 1992, la Iglesia Anglicana aprobó la ordenación de las mujeres, tomando considerando que El Nuevo Testamento habla de cómo las mujeres atendían al ministerio de Jesús (cf. Lc 8,2-3), así como de las funciones importantes que tenían algunas mujeres en las Iglesias a las que Pablo dirigía sus cartas (Rom 16,1-12; Flp 4,3). A pesar de ello, la Iglesia católica romana y las Iglesias ortodoxas actualmente siguen manteniendo el uso antiguo de ordenar solamente a los varones para el sacerdocio, posición reafirmada por los ortodoxos en la «Declaración de Atenas del año 1978" de la Comisión doctrinal mixta anglicanoortodoxa y la Congregación romana para la doctrina de la fe, en la cual se establecía que para el sacerdocio sólo podían postularse personas del género masculino.