Un día como hoy, del año 1934, tras la muerte del presidente Paul Von Hindenburg, el canciller Adolf Hitler asumía la presidencia de la República de Alemania y fusionaba todo el poder político de la nación en un nuevo cargo que ejerció bajo el nombre de Führer.
En enero de 1933, con el gobierno sumido en el caos y la consecutiva renuncia de tres cancilleres, el mariscal y presidente de Alemania, Paul Von Hindenburg, nombró canciller a Adolf Hitler, adversario político al que había derrotado en las elecciones presidenciales del año anterior.
Tras la muerte de Hindenburg, por línea sucesoria, Hitler asumió la presidencia nacional. Como primera medida de gobierno, fusionó los cargos de presidente y canciller, lo que le otorgó el poder político absoluto de Alemania. A partir de entonces, adoptó el título de Führer, al que otorgó el significado de guía del pueblo alemán.
Antes, el 14 de julio de 1934, Hitler había logrado abolir todos los partidos políticos de Alemania, con excepción del Partido Nacionalsocialista, lo que eventualmente derivó en la conformación de un estado dictatorial que esfumó cualquier principio democrático de la República de Weimar.
Algunos días después de asumir como presidente de Alemania, el 19 de agosto de 1934, un referéndum nacional ratificó el absoluto poder de Hitler bajo la figura de Führer del Reich, procurándole así más poder que a cualquier otro dirigente político en la historia de la República de Alemania.
Las personas cercanas al presidente querían una relación más cercana a Hitler y los nazis. Hindenburg tenía desprecio por la anarquía de los nazis, pero finalmente accedió a apaciguar a los nazis con el levantamiento de la prohibición de los camisas pardas de Hitler y cancelar unilateralmente los pagos de reparación de Alemania, impuestas por el Tratado de Versalles al final de la Primera Guerra Mundial.