En un día como hoy pero en 1945, Adolf Hitler, informado por uno de sus generales que ninguna defensa alemana se ofreció al asalto ruso en Eberswalde le confiesa a todo su bunker que la guerra estaba perdida y que el suicidio era la única alternativa. Casi como confirmación de la evaluación de Hitler, un grupo de soviéticos llega a Treuenbrietzen, 40 millas al suroeste de Berlín, libera un campo de prisioneros de guerra y deja libre, entre otros, al comandante en jefe noruego Otto Ruge.