El 7 de diciembre de 1982, en el estado de Texas, Estados Unidos, se empleó por primera vez la inyección letal como método de ejecución por pena de muerte. Fue aplicada a Charles Brooks, un afroamericano de 40 años de edad.
Rápidamente, el método fue adoptado por otros estados, cuyas autoridades lo consideraron más humano que la silla eléctrica o la cámara de gas. La inyección letal suministra un cóctel fatal de pentotal de sodio, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio.
Curiosamente, el mayor índice de criminalidad de Estados Unidos se verifica precisamente en la gran mayoría de las ciudades de los 27 estados (sobre un total de 50) en donde se admite la pena capital como castigo.
Actualmente, Estados Unidos es el único país democrático, junto con Japón, en aplicar la pena de muerte, una medida abolida en la mayor parte del mundo.