Después de años de aconsejar exitosamente al Rey Enrique VIII de Inglaterra como secretario de estado, el estatista y primer conde de Essex, Thomas Cromwell fue ejecutado por traición. ¿Su delito? Arreglar el matrimonio del Rey con la princesa alemana, Ana de Cleves, que resultó ser un desastre. El problema comenzó cuando Ana llegó a Inglaterra a fines de diciembre de 1539; Enrique VIII estaba desilusionado porque no era tan hermosa como lo sugería su retrato. La boda se celebró a principios de enero de 1540, pero el matrimonio nunca se consumó, ya que Enrique VIII estaba enfurecido por haber sido obligado a casarse con Ana. Al ver la oportunidad, los oponentes conservadores de Cromwell aprovecharon para derrocarlo. Cromwell fue arrestado, enviado a prisión y acusado de traición, herejía y corrupción, por sus oponentes y con el beneplácito del rey. Cromwell fue condenado a muerte sin un juicio y decapitado en la Torre de Londres el 28 de julio de 1540; coincidentemente, el mismo día del casamiento del rey con Catalina Howard. Después de su ejecución, la cabeza de Cromwell fue colocada en una lanza en el Puente de Londres. Más tarde el rey lamentó la ejecución de Cromwell, y dijo “con el pretexto de algunas ofensas insignificantes que había cometido, formularon varias acusaciones en su contra, basándose en ellas han matado al sirviente más fiel que tuvo el rey”.