El 25 de mayo de 1977 la dictadura militar que gobierna en la Argentina rechaza el resultado del laudo favorable al reclamo chileno sobre el Canal de Beagle. Los militares argentinos comienzan a movilizar tropas, aviones y buques con el objetivo de tomar por la fuerza la región en litigio. El plan de ataque se vuelve luego una ofensiva destinada a invadir el sur de Chile y ocupar las ciudades de Puerto Montt, Santiago y Valparaíso. Por pedido de Chile, interviene el Vaticano. El enviado del Papa, el Cardenal Antonio Samoré, inicia frenéticas negociaciones con ambos gobiernos. En las primeras horas del 22 de diciembre de 1978 la flota argentina está en posición para iniciar el ataque, pero es retrasada por una tormenta. Esa demora le da tiempo al enviado papal para obtener un compromiso de paz, usando incluso la amenaza papal de excomulgar a los generales que se lancen a la guerra. La tormenta en el sur, frena una masacre que hubiera costado decenas de miles de muertos a Latinoamérica.