Un día como hoy en el año 1190, el santo emperador romano Federico I, conocido como Barbarroja, se ahogó mientras intentaba cruzar el río Saleph en Cilicia (Turquía en tiempos modernos). Resultó ser un hecho fundamental en la Tercera Cruzada, que al final resultaría escaso para alcanzar su principal objetivo: liberar a Jerusalén de las fuerzas de Saladino. Es posible que este hecho fatídico haya determinado el resultado final de la Tercera Cruzada. Si Barbarroja y sus soldados hubieran llegado a Jerusalén, Saladino y los musulmanes posiblemente habrían sido obligados a retirarse. Como sucedió, resistieron a los soldados restantes y Jerusalén permaneció bajo el control musulmán.