Morenos, de pelo largo y armados con su característicos machetes, estos guerreros-bandidos llamaban a las montañas de Portugal su hogar.
Viriato provenía de Lusitania, la cual ocupaba partes de lo que hoy llamamos Portugal y el oeste de España. No se sabe exactamente cuándo nació, pero los autores antiguos lo describen como un habitante de la costa, un pastor que en su infancia vivió en las montañas. Los registros mencionan su gran fuerza y agilidad, el resultado de una dieta libre y trabajo físico duro.
La conquista romana de España comenzó durante la Segunda Guerra Púnica contra Cartago y su famoso general Aníbal. Algunos lusitanos intentaron evitar la guerra mediante la solicitud de un tratado de paz con Roma, pero la alianza era sólo un nombre. En 151a.C., Roma los traiciona y asesina o esclaviza sistemáticamente a todos los hombres en edad de combatir, reportando a 30.000 personas. Viriato fue uno de los pocos hombres en escapar de esta matanza. En la secuela, convenció a sus compañeros sobrevivientes de rechazar cualquiera de los términos de paz que se les ofreciera. Con el tiempo, se convirtió en el líder de un creciente ejército rebelde lusitano, determinado a resistir a las fuerzas romanas muy superiores.
Hacer frente a legiones mortales y disciplinadas de soldados romanos era una tarea difícil para los lusitanos menos equipados. En lugar de enfrentar a los ejércitos de frente, Viriato desarrolló una estrategia propia: la guerra de guerrillas basada en ataques relámpago y retiros igualmente rápidos. Los informes mencionan a Viriato como un estratega militar astuto, con una gran reputación por su valor personal, decencia y generosidad. Tuvo cuidado de dividir el botín de la victoria entre sus luchadores más valientes. Durante un período de ocho años, infligió graves pérdidas en repetidas ocasiones sobre los romanos. Al darse cuenta de la gravedad de la amenaza, Roma envió dos legiones a España para contrarrestarlo, y, finalmente, envió más de 20.000 hombres para sofocar a los lusitanos y conquistar la región para siempre.
Las 'tácticas de guerrilla’ de Viriato tuvieron tanto éxito que otras tribus locales empezaron a emularlas. Los romanos se vieron constantemente acosados por docenas de fuerzas pequeñas en lugar de una grande. En 139a.C., una vez que confiaba en que un futuro de paz era posible para los lusitanos, Viriato envió mensajeros al ejército romano a pedir la paz. En cambio, los mensajeros fueron sobornados para asesinarlo mientras dormía. Después de que el trato fue cumplido, en lugar de pagar a los sicarios, Roma los ejecutó con prontitud.