Aparece en escena por primera vez cuando todavía es un pequeño niño. Nacido de la nobleza sajona, pero criado como un danés, Uhtred crece sacudido por un conflicto de identidad. A este guerrero por naturaleza, líder entre los hombres, arrojado e instintivo, lo mueve una necesidad profundamente arraigada en su alma: recuperar su terruño natal de Bebbanburg. Perspicaz e impetuoso, suele seguir el dictamen de sus instintos y aborrece la oración, el ayuno y la sumisión absoluta al rey Alfred. Al igual que cualquier danés, cree que la vida debe ser vivida con pasión y hasta las últimas consecuencias. Reboza encanto, energía, carisma y un oculto sentido de la justicia, cualidades que, por cierto, lo hacen muy atractivo para las mujeres. Su ímpetu e irreverencia suelen meterlo en problemas; si bien el rey Alfred logra tener cierto éxito en aplacarlo y hacer que use la cabeza y valore sus raíces sajonas, el espíritu rebelde de Uhtred se mantiene intacto.