Nacido en la Isla Peuce en la desembocadura del Danubio (en la actual Rumania), Alarico era un niño durante la migración masiva de los godos a través del Danubio y su posterior guerra con Roma. Años después de la muerte de Fritigerno, Alarico emergió como líder, y más tarde rey, de los visigodos entre 395d.C. y 410d.C.
Tenía una personalidad carismática, la cual atrajo a muchos esclavos y bárbaros oprimidos dentro del Imperio Romano a unirse a su causa. Él tenía una relación de amor/odio con Roma, pero esperaba que la colaboración aseguraría una patria para los godos que fueron desplazados.
Alarico buscó que sus guerreros godos fueran oficialmente parte del ejército romano, para que tuvieran derecho a alimentos y tierras dentro del imperio. Sin embargo, los repetidos malos tratos y traiciones por parte del Imperio en acabaron empujando a Alarico a volverse contra el emperador. A partir de 396d.C., allanó los imperios orientales y occidentales, en especial Iliria y Tracia.
Su ejército fue derrotado en Tracia en 397 por el general mitad bárbaro, Estilicón. Sin embargo, cuatro años más tarde, Alarico invadió Italia, causando tal pánico en el imperio que se trasladaron la capital a Rávena. Los Godos se enfrentaron contra Estilicón varias veces, pero ninguna batalla grande y decisiva se libró entre ellos. Los dos hombres no estaban dispuestos a comprometer sus ejércitos a un enfrentamiento decisivo potencialmente desastroso.
En 408, Estilicón fue arrestado y ejecutado como un presunto enemigo del estado. En Roma, los bárbaros fueron acusados de los problemas recientes del imperio, y las familias de los soldados del ejército de bárbaros de Estilicón fueron masacrados por los romanos enojados. Esta atrocidad y la muerte de Estilicón fue un doble desastre para el imperio. No sólo perdieron a su general más hábil, sino que sus restantes fuerzas bárbaras - 30.000 hombres en total - abandonaron de inmediato y se unieron a Alarico. Ahora respaldado por un número abrumador de hombres, Alarico y los Godos marcharon sobre Roma sin oposición alguna.
Él exigió la liberación de 40.000 esclavos Godos en Roma y el mando del ejército romano, con el título de magister militum. Los bárbaros fueron liberados y el Imperio pagó a Alarico una suma masiva de oro, pero el emperador se negó al término final; no permitiría que otro bárbaro tuviera el mando de los ejércitos romanos.
En el año 410, por tercera vez en tres años, los Godos de Alarico sitiaron Roma. La destrucción goda de Roma no fue tan grave como se temía. Como cristianos conversos, permitieron a sus ciudadanos sitiados refugiarse en las iglesias.
Alarico murió el mismo año, debido a una enfermedad. Pero su victoria fue un punto de inflexión en la larga lucha contra el poderoso imperio. Después de años de luchar contra la resistencia en las locaciones de los bárbaros en toda Europa, Roma ya no era invencible.