Un día como hoy, del año 2006, moría la tortuga Harriet, históricamente reconocida por ser el espécimen registrado más longevo de su clase, y haber sido capturada por Charles Darwin, en 1835, en las Islas Galápagos del Pacífico, lo que eventualmente inspiró su Teoría de la Evolución.
Según las estimaciones científicas, Harriet alcanzó una edad de 176 años, ubicándose así en el cuarto lugar entre las tortugas más longevas de la historia registrada, detrás de Tu'i Malila, que alcanzó los 188 años de edad; Jonathan, la tortuga viva más vieja del mundo; y Adwaita, extinta tortuga que habría alcanzado los 255 años de edad.
Durante aproximadamente un siglo, se creyó que Harriet era en realidad una tortuga Galápagos macho, por lo que fue bautizada con el nombre de Harry. Un año antes de morir, cuando cumplió los 175 años de edad, llegó a clasificarse en el Libro Guinness de récords mundiales como el animal vivo más longevo del mundo.
Harriet pereció por un ataque al corazón durante su cautiverio en el zoológico de Australia, célebremente conocido como el hogar de Steve Irwin, “el cazador de cocodrilos”, trágicamente muerto por un incidente con una Manta Raya, también en 2006. En su extensa vida, la tortuga llegó a convivir con dos de los más reconocidos expertos en vida salvaje: Darwin e Irwin.
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