Un día como hoy, con centro en el Reino Unido y un radio de alcance de aproximadamente 500 kilómetros, la tormenta más terrible de la historia registrada dejaba miles de muertos e incontables heridos a su paso.
El 6 de diciembre de 1703, un huracán anónimo procedente del Atlántico Norte lo arrasó todo, a lo largo de un trayecto con rumbo Este-Sudeste que involucró territorio de Irlanda, Gales, centro y sur de Inglaterra, el mar del Norte, Países Bajos, norte de Alemania y Prusia.
Cuando finalmente los vientos se extinguieron, después de cubrir una región aproximada a los 500 kilómetros de ancho, se dieron nevadas históricas en Rusia y Polonia, corolario de un fenómeno climatológico que saltó a la historia como la "Gran Tormenta de 1703".
Para cuando la gigantesca tormenta terminó, el 9 de diciembre, el Reino Unido se había llevado la peor parte, con rayos, truenos, lluvias y granizos o ráfagas de vientos huracanados que golpearon dramáticamente ciudades y poblados ingleses.
Además de cuantiosos destrozos, viviendas anegadas y barcos a la deriva, la "Gran Tormenta de 1703" dejó un catastrófico saldo de muertos, que según cálculos de la época oscila entre las 8 mil y 15 mil víctimas.
Según las crónicas periodísticas, la ciudad de Londres parecía haber sido golpeada por la guerra más cruenta, y la Reina Ana llegó a describir el fenómeno como "una calamidad terrible y sorprendente".
Durante la tormenta, Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe que cumplía una condena en prisión por la publicación de un panfleto político, estuvo a punto de morir aplastado por una chimenea que se desmoronó.
En 1704, Defoe publicó un libro inspirado en la terrible inclemencia climática, al que tituló "La tormenta", hoy considerado como una de las primeras crónicas periodísticas de la historia, con la inclusión del testimonio de testigos presenciales.
En su obra, Defoe se refiere al fenómeno climatológico como "la más terrible tormenta que haya visto el mundo".
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